Una hora y pico más tarde, cuando la noche estaba a punto de caer, decidimos que había llegado el momento de adentrarse en las calles de Fez para buscar algún sitio para cenar. Antes de salir, Mohamed nos advirtió "salid y coged a la izquierda dos veces y hasta la puerta azul, no más. A las 12 estad de vuelta, la Medina por la noche se pone... (e hizo un gesto con las manos nada tranquilizador)".
Así lo hicimos y salimos a una calle abarrotada de gente que parecía verse atraída por nuestras pintas de turista para venir en bandada a ofrecernos todas las cartas de los restaurantes de la zona. Decir que resultaba agobiante pasear por esas calles es decir muy poco. Tanto es así que nos detuvimos más allá de la puerta azul para literalmente discutir qué hacíamos. En este parón llegó José, un niño que en español nos recomendaba un restaurante de la madre de su amigo. Intentamos decirle que no por todos los medios pero finalmente decidimos subir a una terraza con vistas a la Medina que nos tenía buena pinta, donde José esperó pacientemente a que pidiésemos y le diesen su comisión.
Como Mohamed nos había dicho, a las 12 estábamos puntuales jugando unas cartas mientras tomábamos un té en la terraza del riad. Pero el sueño viene cuando viene y unas rondas después cada uno estaba preparándose para acostarse y adentrarse al día siguiente en la peligrosa Medina de Fez (Javi lo hizo un poco más tarde porque se peleó con su cama antes de meterse en ella)
Y así lo hicimos, a las 10 de la mañana, después de un desayuno con uno de los mejores zumos que hemos tomado hasta ahora en Marruecos, Younes nos estaba esperando para llevarnos a dar una vuelta por la ciudad.
Younes es un guía oficial del Ministerio de Turismo que Mohamed había llamado el día anterior para ir con él a ver la Medina. Y es que no es tan sencillo ver la Medina de Fez por uno mismo, resulta que según nos contó Younes, ni siquiera se sabe a ciencia cierta el número de calles que hay dentro de la Medina de Fez, pero se estima que un número entre 9.000 y 14.000 (investigaré esto de vuelta en España).
Younes no sólo nos paseó por Fez sino que nos explicó un montón de cosas de la política en Marruecos, del Islam, de su cultura... Lo cierto es que Fez tiene un montón de secretos escondidos dentro de las murallas de su Medina y con Younes fuimos descifrándolos poco a poco y visitando talleres artesanales en los que, por primera vez, no nos sentimos forzados a comprar algo por obligación.
En la Medina de Fez se encuentra la que se considera la universidad más antigua del mundo, por eso se considera a esta ciudad como una de las capitales culturales de Marruecos. Especial ilusión nos hizo la Medersa Bou Inania, que era un colegio mayor de la época, por aquello de Bou, como en Boureberes y tal...
Para hacerse una idea del tamaño de la Medina de Fez, se trata de una Medina dividida en 187 barrios en los que en cada uno de ellos hay una mezquita, un horno público, una fuente, unos baños públicos y una guardería.
Fez dejó de ser la peligrosa en nuestras mentes al final de la mañana para convertirse, a nuestro parecer, en una ciudad mucho más amable y con gente muchísimo más agradable que Marrakech. Incluso llegamos a hablar con gente por las calles que, contra todo pronósticos, ¡sólo nos querían dar la bienvenida a su pais!.
Después de haber hecho también la obligatoria parada en las curtidurías artesanales de la ciudad, pasamos el resto de la tarde de nuestro último día completo en África la dedicamos a comprarnos algunos recuerdos, algún tatuaje de henna y a preparar las cosas para nuestro regreso a España al día siguiente (por ejemplo ir a un cyber de los que creo que ya no quedan en España a imprimir nuestras tarjetas de embarque).
Esa misma tarde, seguimos el consejo de Younes de estar en la terraza del riad a la hora de la caída del sol con un té preparado, listos para escuchar la llamada al rezo del anochecer en la Medina de Fez. Como ya dije, dentro de la Medina hay 187 barrios, cada uno con su mezquita y cada uno de ellas con su minarete que llama al rezo, además fuera de la Medina se levantan un montón de minaretes más que también hacen lo mismo a la hora correspondiente.
Cuando el sol cayó, se empezó a oír a lo lejos de la Medina una llamada de una mezquita a la que poco a poco se le iban uniendo más y más mezquitas. Poco a poco la llamada fue pasando de un minarete a otro subiendo por la Medina hasta llegar a nuestra altura, poco a poco el sonido de la llamada se iba acercando a nosotros cada vez más. Es una experiencia muy recomendable.
Cenamos en el hotel y descansamos para al día siguiente despedirnos con alegría de Mohamed, prometiéndole que, Insha'Allah, volveríamos algún día.
Con las tarjetas de embarque y pasaportes en mano, ya solo nos queda pasar por el caos del aeropuerto de Fez para por fin dar este periplo por terminado y emprender finalmente nuestro camino de regreso a España.
Seguiremos informando.
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